«Estás entrando en un mundo como el tuyo. Habrá algunas cosas que te extrañen, pero es posible que se deba no a que son nuevas, si no a que te has acostumbrado tanto a ellas que ya no las ves» Es un mundo que parece a punto de desmoronarse, como el tuyo. Y en él tiene que sobrevivir Alegría, una joven cuya sangre es particularmente valiosa, porque ni enferma ni envejece. De ello se ha dado cuenta Cástor, un político en horas bajas que sabe que tiene que ofrecer algo nuevo, algo con lo que volver a ilusionar a sus votantes. Pero también el Loco ha descubierto que la sangre de Alegría es especial; y le ha prometido a la Santa Muerte, de la que es adorador, que va a acabar con esa sacrílega que podría vivir para siempre.
Pero atención: «esto no es una novela de aventuras. No habrá en ella acciones heroicas, ritmo trepidante, finales rocambolescos». Las cosas suceden como te suceden a ti, sin música dramática, sin primeros planos. Las cosas suceden, eso es todo. Y lo más importante a veces pasa desapercibido. Hay violencia, sí, pero, si te fijas bien, violencia hay en todas partes. Estamos rodeados por ella.
No sé cuánto hace que Los ángeles feroces pulula por mi estantería. Ha vivido, como mínimo, una mudanza, aunque posiblemente hayan sido dos. En varias ocasiones lo había tenido entre las manos y leído las primeras páginas, pero parecía no ser el momento para esa historia: un ritmo pausado, un tono introspectivo, con un narrador muy particular, en un mundo gris. Llegó su momento en este pasado confinamiento ya que disponía de la calma para introducirme en esta historia y casaba, por desgracia, con el estado de ánimo.
Los ángeles feroces es una novela cruda que nos habla de una ciudad sin nombre, en un país sin nombre, pero podría ser nuestra ciudad, podría ser nuestro país. Nos pone ante los ojos, sin la criba de los medios de comunicación ni la nuestra propia de andar siempre por las mismas zonas recorriendo las mismas calles con las mismas preocupaciones, un mundo destruido pero que, al mismo tiempo, por arrogancia, honor o pura supervivencia se mantiene en pie.
El tipo de narrador, muy particular, que se inmiscuye en la historia y nos recuerda en varias ocasiones que es fácil juzgar desde esa tranquilidad y calor de nuestros hogares, considero que ayuda a transmitir perfectamente lo que he interpretado que pretende su autor, José Ovejero. Al final del libro descubriremos que este narrador engañoso, medio cámara, medio personaje, tiene su razón de ser y su explicación y está genial que esto quede resuelto porque, sino, habría sido mera excentricidad narrativa.
Estamos ante una historia lenta, que se desarrolla en escenas mucho más centradas en la introspección de sus protagonistas que en la acción, pero cuando hay acción es salvaje, imprevista, irremediable y dura; hay pasajes muy duros por lo bien escritos están y que te hacen totalmente vívida la secuencia. La novela arranca describiendo una manifestación: el ambiente, la tensión palpable, el entorno… y de forma pormenorizada hace encajar todas las piezas que llevan a ese instante, latente pero indefinido, en que la manifestación se convierte en batalla: cargas y violencia.
Es en esta manifestación en la que AM verá a una joven desconocida, Alegría, dirigirse directamente a las fauces policiales e intervendrá para salvarla. Mientras AM y Alegría esperan en la vivienda minúscula ocupada por él —en un macro-edificio para clases más boyantes que ha sido tomado en una ciudad donde el control escapa a todas las manos—, iremos conociendo el pasado de Alegría y la particularidad que la hace objeto de deseo: su sangre es especial y la hace invulnerable a las enfermedades y al paso del tiempo.
Es difícil catalogar Los ángeles feroces como ciencia ficción, realismo sucio o fantasía. A mí me ha parecido un poema turbio y bello con cierta predestinación fatal. ¿Es ciencia ficción? Supongo que en parte sí por la sociedad distópica que refleja, pero, como decía al principio, ¿de verdad es distópica o ya es casi nuestra propia realidad si la viéramos en toda su complejidad y sin paliativos? Y ahí es el punto en que veo el cruce con un realismo descarnado. ¿Es fantasía? La novela no explica el origen de la sangre de Alegría y su tratamiento es de maravilla tanto por Cástor, el político que quiere poseerla para perpetuar su poder y estatus social, como por el Loco que, desde una perspectiva religiosa de adoración a la Santa Muerte, la considera una aberración y una ofensa al destino de todo ser humano: la muerte.
Los ángeles feroces es una novela fascinante en la que lo relevante es el camino y el cómo está contado ya que, como la propia contraportada avisa, no nos dirige hacia ningún final apoteósico ni heroico (aunque yo estoy parcialmente en desacuerdo con eso, si veo heroicidad, pero no está narrada como tal). Vamos viendo cómo el cerco de los perseguidores de Alegría se va estrechando y sus distintos intentos, con la ayuda de AM, de encontrar la forma de escapar.
Es también una novela arriesgada porque pide atención al lector sin darle a cambio, de la forma habitual, los ingredientes que mantienen enganchado a la lectura. La trama es sólida y atrayente, pero hay pasajes, sobre todo hacia la mitad del libro, en los que es excesivamente lenta y puede desencantar de su lectura, puede llevar a la sensación de que “no está ocurriendo nada”, ya que la expectación existe, pero sus pasos son tan cortos que no se genera la tensión suficiente.
La narración gira entorno a Alegría y es de ella, poco a poco, de quién más acabamos conociendo. Los otros personajes más definidos son Cástor y el Loco, sus principales perseguidores; y AM para mí es, de los cuatro personajes centrales, el menos definido, aunque hacia el final se revela más información sobre él. Alrededor suyo tenemos varios personajes más, bien caracterizados y relevantes en la trama: la Reina, una vidente con poderes con la que tienen trato tanto Cástor como el Loco, aunque de formas muy distintas; el trío de niños de los barracones que asumimos prácticamente abandonados, sin educación, y que ven en el Loco un modelo, casi totémico, a seguir y adorar; los silenciosos guardaespaldas de Cástor, Ping y Pong, sicarios en los que entrevemos más inteligencia de la que aparentan. Me dejo personajes en el tintero, pero considero que vale la pena irlos descubriendo a medida que aparecen en el libro.
En conclusión, Los ángeles feroces es un libro minucioso y preciosista en lo oscuro, en aquello desechado que sabemos que existe pero obviamos ver, que nos narra, de forma particular y muy lenta, la persecución y cerco a Alegría en un mundo donde la esperanza es apenas un fulgor apagado.
Un libro bello, cruel y lento. Sin duda vale la pena visitar sus páginas.
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- Fecha: septiembre de 2015
- Editorial: Galaxia Gutenberg
- Páginas: 411
- Valoración: A punto de “Moka y chocolate” pero cuando te atienden escuchas salir de tu boca, por sorpresa, “Capuchino”
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