Las deudas del cuerpo, de Elena Ferrante

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Vi a Lila por última vez hace cinco años, en el invierno de 2005.

Con la excelente noticia de que HBO adaptaría la Saga de Elena Ferrante Dos Amigas esta crítica se comenzó a escribir de otra manera. Aunque tuvimos que asimilar que no estamos soñando y que más pronto que tarde veríamos cómo Lila y Lenù cobraban vida en pantalla. Hoy os acerco, con toda la responsabilidad que recae sobre mis hombros, mi crítica a la tercera parte de nuestra Elena Greco.

A pesar de la crudeza que la vida de Lila Cerullo adquiere al contraer matrimonio con Stefano, las páginas de Un mal nombre nos dejaban lugar para el deleite, el abrasador sol de la playa, el amor de verano y los sueños que regala la juventud. Pero parece que al terminarse dichas vacaciones en las que se centra gran parte de la trama del tomo anterior, se derrumba también esta felicidad desinteresada. Conoceremos a una Lila que perderá su embrujo, su tesón y su fuerza. Una Lila que sacrificará por completo sus metas para entregarse a la maternidad. Una Lila que se alejará drásticamente de Lenù.

Desde hacía unos diez años el Dios de la infancia, que ya era bastante débil, se había retirado a un rincón como un anciano enfermo y yo no sentía ninguna necesidad de la santidad del matrimonio. Lo esencial era irme de Nápoles.

Esta dolorosa separación de las dos eternas amigas tendrá como epicentro la figura de Nino Sarratore, hombre por el cual ambas mujeres comparten amor y admiración. Mientras Lila sacrifica su matrimonio por un romance apasionado y sin medidas con el apuesto intelectual, Elena, envenenada por la envidia y el desencanto, tras conocer la cara menos amable del romance, se alejará al fin. Es esta libertad que le conferirá estar lejos de la sombra de Lila la que supondrá para ella una evolución drástica, la que la elevará a su culmen como mujer, como artista y como persona.

Cobra gran importancia de nuevo, como ya ocurrió en las dos obras anteriores, la figura de la cultura y de la literatura. Elena Greco, la hija de los conserjes, ya fuera del barrio y comprometida con Prieto, un profesor de Universidad acomodado, vivirá rodeada de un ambiente que se acerca más a la clase alta que a la pobreza, lo que le permitirá llevar a cabo su pasión por escribir. Sí, escribir.

Mientras pagaba, de reojo vi mi novela en una estantería, y miré en seguida para otro lado. Cada vez que veía el libro en algún escaparate, entre otras novelas de reciente publicación, sentía en mi interior una mezcla de orgullo y miedo, un pellizco de placer que acababa en angustia.

Aquí tenemos que recordar aquel cuento que las dos niñas llevan a cabo en la clandestinidad, firmado siempre por Lila. El hada azulEs en esta historia infantil donde nuestra Lenù encuentra el latido para resucitar sus musas. Pero también ese episodio sórdido y frívolo que vivió en la playa de Ischia aquella noche tan desoladora (SPOILER: Sí, efectivamente, me estoy refiriendo a la cruda violación que sufre por parte del padre de Nino). Poco más necesitamos saber de la novela que escribirá y que será publicada con éxito por una reconocida editorial italiana. Y poco más nos dejará saber Elena Ferrante al respecto.

Me eché a llorar. Era lo más duro que había leído desde la publicación del libro, y no en un periódico de escasa tirada, sino en el diario de mayor difusión de Italia. Lo que me pareció más intolerable era la imagen de mi cara sonriente en medio de un texto tan ofensivo. Regresé a casa andando, no sin antes haberme desprendido del Corriere. Temía que mi madre leyera la reseña y la utilizara en mi contra. Imaginé que querría incluirla también en su álbum para echármela en cara cada vez que le diera disgustos.

Como escritora no podría haber disfrutado más de esta primera parte de la historia. Conocemos el proceso creativo y, sobre todo, lo que ocurre después. Teniendo en cuenta que Lenù sigue siendo joven e insegura: el éxito desmedido de su ópera prima se le cae encima como un jarro de agua fría. Sabemos que entre sus páginas, entre su historia de ficción, se esconden sucesos reales que inevitablemente crearán un revuelo insoportable entre aquellos nombres que formaron parte de su pasado: viejos amigos y su familia (que siempre será más un lastre que un apoyo real).

Solo hacia el final hablé de la necesidad de contar todas las experiencias humanas de un modo franco, incluso —subrayé— aquello que parece impronunciable y que por eso callamos incluso a nosotras mismas.

La literatura mantendrá a Elena ocupada y feliz, a pesar de las dificultades, a pesar de que tenga que lidiar con las críticas negativas y positivas que no paran de aparecer en diferentes periódicos y diarios nacionales. Su atrevimiento sexual será elogiado por algunos y dilapidado por otros. Ella se hará fuerte en lugar de doblegarse. Como decía, vive su máxima evolución.

En la que podemos llamar segunda parte, se rompe el hechizo. La vida de Lila ha avanzado de una manera diferente. Está destruida. Poco queda de su brillo, de su esplendor. De la niña que escribió ese cuento o de la joven que diseñó los exitosos zapatos. Nada queda de la esposa adinerada, pagada de sí misma, orgullosa. Cuando el lector llegue a ella, encontrará sus ruinas.

Lila será madre de Gennaro, cuya paternidad se atribuye a su marido Stefano pero que ella defenderá que esta corresponde a Nino. Aquí se produce el primer impacto de realidad: la maternidad será una cadena terrible para Lila, pero no así para cualquiera de los dos hipotéticos padres. Ella sola se enfrentará al mundo de la madre soltera, sin expectativas, sin futuro y sin apenas ayuda. Obligada por las circunstancias, comenzará a trabajar en una fábrica de embutidos donde Ferrante reflejará las terribles condiciones de trabajo que sufrirá y que irán deteriorando su salud física y mental a pasos agigantados. Aquí ocurrirá una paradoja: recordemos a Bruno, el muchacho que veraneó con ambas en la playa, aquel que cortejaba a Lenù. Él será su capataz, la fuente de sus angustias.

—A tomar por culo —dijo—, vosotros y la clase obrera.

Aquí la novela adquirirá un cariz tan dramático como crítico. El reflejo del ahogamiento de la clase obrera, el abismo entre los diferentes estatutos de la sociedad, la violencia en las calles, las dificultades políticas (fascistas, socialistas, obreros…), la hipocresía de dichos movimientos que poco o nada piensan en los trabajadores. Lila se verá envuelta en uno de estos grupos rebeldes donde, una vez más, el desencanto atentará contra sus expectativas.

Y de vuelta a Elena, entramos ya en la tercera parte. La joven obrera que salió del barrio de Nápoles para instalarse en Florencia, la que tuvo la esperanza de crecer socialmente. La que alcanzó el éxito y vio cómo sus ingresos se engrosaban. La que creyó que su matrimonio sería una nueva fuente de felicidad y tranquilidad. A la que la maternidad le vino de repente, como una bofetada, como un golpe de mar. De pronto, ella sintió que lo perdía todo.

El sexo seguirá obsesionándola. Ferrante nos regalará fragmentos crudos y hermosos sobre la realidad de cómo las mujeres sufrieron este tipo de relaciones con sus maridos. Luego llegará la maternidad y su vida dará un giro a peor. La literatura volverá a ser un sueño, el tiempo apremia y su rutina se convierte en  un sacrificio para cuidar de su hija y su marido. Aquí se produce un interesante análisis sobre el papel de la mujer: una importante reivindicación feminista por parte de la autora.

Sí. Lo estáis pensando. Lila buscará a Lenù de nuevo, porque la necesitará para salir de las tinieblas, la necesitará para librar su batalla. Y sí, una vez más, Elena se olvidará de su propia vida, de su propia familia, de sus propios sueños porque su amiga, esa que se lo arrebata todo, la necesita.

—¿Qué pasa que ya no das señales de vida, no te encuentras bien?
—Estoy muy bien, escribo.
—¿Y cuando escribes yo ya no existo?
—Existes, pero me distraigo.
—¿Y si me pongo enferma, y si te necesito?
—Llama.
—¿Y si no llamo, sigues metida en tu novela?
—Sí.
—Te envidio, dichosa tú.

La deliciosa pluma de Elena Ferrante, la evolución de sus personajes, el realismo implícito en cada una de las escenas, la importancia histórica, el reflejo certero de una sociedad fragmentada, el papel de la mujer, el análisis de la maternidad, el desapego por la hermosura, la literatura y la trascendencia de su obra convierten Las deudas del cuerpo en una novela imprescindible. 

  • Lanzamiento: 2020
  • Editorial: Lumen
  • Traducción: Celia Filipetto
  • Páginas: 480
  • Valoración: Moka y chocolate

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