Miriam Beizana Vigo
Ha sido un año fantástico de lecturas. Quizás porque me he planteado leer de otra forma a lo largo de 2020 (por eso ha habido menos reseñas, pero más entusiastas y sinceras). Leer tan solo cuando el libro que tuviera en las manos me hablase y me removiese adentro. Ese era mi trato y mi promesa conmigo misma. Leer se convirtió en una fase fundamental de mi autocuidado.
He intentado elegir tan solo seis títulos de las maravillosas obras que he descubierto este año, prácticamente todas escritas por mujeres y de género intimista. De lo que me quiero empapar y de mis editoriales favoritas.
Creo que Las estrellas, de Paula Vázquez (Tránsito Editorial) es del que más he hablado con mis amigas, el que más he subrayado y el que más veces he abierto y rememorado. La muerte y enfermedad de una madre (¿es en este orden?) contadas con esa hermosa sencillez. También cito Comando Malva (Dos Bigotes), escrita por Pillar Bellver e ilustrada por Olga Carmona, una novela gráfica rebelde, feminista y cargada de sororidad. El gran descubrimiento de este año ha sido Mandíbula (Candaya), de Mónica Ojeda, por su oscuridad y su violencia innatas, por su incomodidad y por dar a entender que en la literatura todavía se pueden crear cosas nuevas; cuesta no fascinarse con Ojeda.
Y las otras tres apuestas, en párrafos diferentes aunque no por ello menos importantes (ya que he ordenado esta lista por fechas de lectura) está la novela en gallego Sopas New Cambpell (Cuarto de inverno), de Teresa Moure, una obra corta y experimental, que ahonda de manera muy original en las enfermedades mentales, con fuertes toques de ironía y humor. No puedo pasar sin citar Elijo a Elena (Alpha Decay), de Lucía Osborne, porque es un ensayo narrativo que me ha roto completamente y siento que pocas veces leeré una obra tan honesta sobre el dolor y la enfermedad femenina. Para finalizar, el broche lo deja la maravillosa ópera prima Panza de Burro (Barret), de la joven autora Andrea Abreu, que ha venido a conquistarnos con una novela de la que todas hablamos y todas recomendamos. Shit!
María Acebes
Este ha sido un año lleno de lecturas, casi todas buenas, por suerte (no todo en este 2020 iba a ser malo). Elegir las mejores ha sido algo complicado, para qué os voy a engañar, pero al final me he decantado por recomendar dos trilogías, que son las que más me han marcado. ¿Y por qué? Porque son dos trilogías que no son lo típico que me suele gustar y que me han hecho salir de mi zona de confort en ciertos aspectos y atreverme a bucear más profundo en este mundo que es la literatura.
Quizá si seguís mis reseñas tanto por Instagram como por aquí, ya sabréis de qué lecturas estoy hablando, pero si no, os las dejo a continuación:
Los habitantes del aire, de Holly Black, es una trilogía editada por la editorial Hidra y que he devorado. Es una trilogía de fantasía, hasta ahí todo normal, porque yo soy una gran amante del género, pero está escrito en primera persona por una de las protagonistas, Jude. Esto suele hacer que no me termine de convencer una historia.
Las reseñas de las tres partes las podéis encontrar en esta misma web, pero os las dejo por aquí por si tenéis curiosidad: El príncipe cruel, El rey malvado, La reina de nada.

La otra trilogía es una historia erótica. Sí, erótica. Un género al que no me suelo acercar y que cuando lo hago es de lejos. Pero es que esta trilogía está escrita por Noemí Casquet, experta en sexualidad, y sentía mucha curiosidad. Supongo que ya sabéis que estoy hablando de la trilogía de las mujeres libres y, la verdad, necesito más libros así (así que si conocéis algún libro del estilo me los podéis recomendar).
¿Por qué os recomiendo estos libros? Porque hablan de sexo sin tapujos, sin metáforas absurdas o ridículas y con libertad. Trata el sexo como es en realidad, sin hacerlo todo perfecto, con todos los problemas que puede haber y con muchas prácticas. Se habla de amor, pero de muchos tipos de amor, de homosexualidad, de poliamor, de amistad…
Para mí esta ha sido una lectura catártica que me ha hecho replantearme muchas cosas como mujer.
La trilogía está compuesta por los libros Zorras, Malas y Libres.
Silvia Paz
Como veis, no son quizá las lecturas más intensas o más sesudas de todas las que he hecho, pero sí sé que son seis libros que, de una manera u otra, me han hecho disfrutar y se van a quedar en mi mente por mucho tiempo.

Este año ha sido pobre en reseñas, al menos en cantidad. Los últimos meses me he atragantado con la vida y he leído muy poco. Pero ha sido un buen año en el sentido de que han salido obras de autoras que adoro, como La herida de la literatura, de mi querida compañera Miriam Beizana. También he vuelto a leer a Emilia Pardo Bazán con El saludo de las brujas. Destacar también a Nnedi Okorafor, con la trilogía de Binti y Quien teme a la muerte. A pesar de mis altibajos, estoy muy contenta y agradecida de ser parte de este proyecto que me ha permitido descubrir libros, escritores y personas maravillosas.
Carla Plumed @cafedetinta
Qué año más atípico, ¿verdad? el que más podíamos leer y puede que sea el que menos he leído de todos. Pero admito que, al seleccionar con más atención los libros a los que dedicaba mi tiempo, he encontrado lecturas maravillosas que recomendar:
Tras esa montaña está la orilla, de Eva Cid. Obra que llegó recomendada directamente por la editorial y ha supuesto toda una sorpresa en el género; una novela de cariz intimista y con una ciencia ficción potente, feminista y muy interesante. Podéis leer la reseña aquí.
Seis de cuervos, de Leigh Bardugo. «Pero, Carla, ¿2020 y todavía no habías leído a la Bardugo?». Pues no, mira, a veces tanto me dicen eso de «lee a tal, que te encantará», más pereza me da, pero Seis de Cuervos ha sido un bombazo que no podía parar de leer. Me estoy guardando la segunda parte para empezar el año por todo lo alto. Podéis leer la reseña aquí.
Somos las hormigas, de David Shaun Hutchinson. Menudo puñetazo en el alma te da este libro. Creo que no he hecho reseña todavía porque no sé ni cómo abordarlo de lo que me gustó/impactó, pero no me canso de recomendarlo desde que lo he leído. Lectura de 2020 y que seguro que recomendaré en años venideros.
El año que mi madre tuvo los ojos verdes, de Tatiana Tibuleac. Hablando de libros que te carcomen el corazón, esta obra es de esas que degustas con tiento sabiendo que, inevitablemente, te va a doler. Podéis leer la reseña aquí.
Agujeros de sol, de Nieves Mories. Qué gustazo leer a Mories nuevamente y en una casa tan bonita como Dilatando Mentes. Estos agujeros de sol son de los que dejan marca en la piel. Podéis leer la reseña aquí.
El test, de Sylvain Neuel. (En catalán, editorial Mai Més). Una de esas obras que no te cansas de recomendar y que esperas que se lean tus amigos para comentarla. Podéis leer la reseña aquí.
Ariadna Sanz
Este año he sido muy caótica con mis lecturas, y acabaré el año con muchos libros a medio leer, no porque no me gusten, sino por este estado de alerta que despierta mi lado de saqueadora de caminos. Los abro todos, los pruebo, los guardo para luego.
A pesar del vandalismo hacia la venerada pila, he conseguido leer y disfrutar de unos cuantos, así que aquí va una lista para todos los gustos:
- En la sección novela gráfica/cómic/como quieras llamarlo: Y entonces nos perdimos (This was our pact) de Ryan Andrews y editado en español por Editorial Astronave, la historia de una noche y un grupo de chicos tomando decisiones arriesgadas y persiguiendo su curiosidad. El trabajo de las ilustraciones, el ritmo y la tensión con los que se narra la aventura, el mundo oculto… son pura magia. Fantasía muy recomendable.
- En la sección Detectives maravillosas: Os recomiendo, aunque de momento solo esté en inglés, la serie de libros The Extraordinary Adventures of the Athena Club,de Theodora Goss. En esta serie vemos el nacimiento de un club muy especial, que reúne a mujeres que han sido víctimas de los más crueles científicos del siglo XIX y luchan por descubrir su pasado y ganarse el respeto en el Londres más desigual y convulso. Nombres como Jekill, Hyde, Frankenstein, Rappaccini, Moureau, Van Helsing… van desfilando por los casos a resolver al puro estilo de Agatha Christie y Arthur Conan Doyle. Por ahora ya han salido tres volúmenes (#1 The strange case of the Alchemist’s Daughter, #2 European travel for the monstruous gentlewoman y #3 The sinister mystery of the mesmerizing girl) para vuestro disfrute. Muy recomendable tanto si os gustan las novelas clásicas de detectives como si os gusta la literatura fantástica del siglo XIX.
- En la sección Metaliteratura: X, de Percival Everett y publicado en castellano por Blackie Books es una novela compleja que pisa en más de una ocasión el terreno del ensayo para hablar de grandes temas: la literatura y la dicotomía entre escribir para una misma o para el público; el humor, los límites del humor y la factura que supone; y la jaula estrecha de la racialización en un país tan intenso como Estados Unidos. No es un libro ligero, pero sé que lo releeré en breve.
- Las secciones Ciencia ficción y Fantasía son difíciles de separar: Traigo dos recomendaciones muy distintas. Els dits de la bruixa, de Tamara Romero y editado por Mai Més, con una mezcla muy bien hecha de fantasía épica e ingeniería biomecánica. Una nueva versión de Fantapunk. Si quieres saber más, tendrás que leerlo. Y Mil millones de años hasta el fin del mundo, una novela breve pero intensa que permite reflexionar sobre el valor del conocimiento y la dificultad para controlarlo. Ciencia pura con elementos inexplicables que balancean el libro entre ficción y fantasía. Un clásico muy necesario.
Ignacio J. Borraz
Reviso la lista de libros leídos este año. Son treinta, por ahora. Este año no tienen puntuación. Pienso que debo retomar Goodreads porque era una buena forma de tener presente la sensación de una lectura en el momento de finalizarla y no meses después. ¿O igual no? Igual también tenga sentido este ejercicio que hago ahora: identificar aquellas lecturas que más refulgen en mi mente a pesar de los meses transcurridos. Aunque igual así tienen ventaja las más recientes… Vale, vale, dejo de desvariar 😉
Permitidme un último apunte, entre esos treinta hay lecturas de algunas de mis autoras de referencia: Amelie Nothomb, Esther García Llovet, Montero Glez. Y, sin embargo, no entran en esta lista de seis. Aún así, si no os suenan sus nombres, curioseadlas.
Ciutat, de Clifford Simak. (En catalán, editorial Chronos). Una novela referente de la ciencia ficción más humanista y que yo desconocía por completo. Me pregunto por qué hay obras de este nivel tan relegadas al olvido y agradezco a Chronos su cuidada edición y traducción al catalán. Una civilización de perros desgrana sus leyendas sobre la historia y desaparición del ser humano. El robot Jenkins, pieza imprescindible y medular, es un personaje fantástico y que queda impregnado en el recuerdo.
Una oración por los que mueren, de Stewart O’nan. (Editorial La Factoría de Ideas). Es una novela de terror dura y cruel en la sencillez en que expone una situación desesperada. Hace años que formaba parte de mi biblioteca pero siempre que la empezaba la encontraba demasiado oscura para mi estado mental. Este año la leí en pleno confinamiento estricto, entre marzo y abril. Ojalá no haber vivido una época en que encajase de este modo esta historia. Me dejó afectado ¿y no es eso lo que deberían lograr las verdaderas novelas de terror?
Aunque los mapas, de Raquel Vázquez. (Editorial Visor Libros). Un poemario impresionante. Os recomiendo que leáis todo lo que podáis de esta autora, a mí ya me tenía ganado desde que leí su «Lenguaje ensamblador». Lo releí varias veces ya que tuve la suerte de poder entrevistarla y a cada lectura son nuevos los versos que te golpean y que generan reverberaciones en tu interior. Cartografías físicas y emocionales alrededor de “Espacios desplazados”, “Espacios utópicos”, “Espacios probables” y “Espacios posibles”.
Los ángeles feroces, de José Ovejero. (Editorial Galaxia Guttenberg). Es el primer libro que reseñé en Café Librería. Es difícil catalogar Los ángeles feroces como ciencia ficción, realismo sucio o fantasía. A mí me ha parecido un poema turbio y bello con cierta predestinación fatal. Un libro bello, cruel y lento. Sin duda vale la pena visitar sus páginas. Podéis leer la reseña aquí.
Panza de burro, de Andreu Abreu. (Editorial Barrett). Uno de los descubrimientos del año creo que para mucha gente pero para mí seguro. Una novela muy particular, que muestra que el lenguaje es una herramienta maleable con la que se puede jugar, con un compromiso declarado por la oralidad y el habla canaria y que, a través de las vivencias de su pareja protagonista, nos adentran en la vida tinerfeña con sus usos y costumbres, sus luces y sus sombras. Podéis leer la reseña aquí.
Ishi, el último de su tribu, de Theodora Kroeber. (Editorial Antoni Bosch). No os voy a contar mucho porque ando preparando reseña. Ha sido una de mis últimas lecturas. Supe de su existencia en el visionado de un documental sobre Ursula K. Le Guin. Este libro, escrito por Theodora Kroeber (la madre de Ursula), es al mismo tiempo una narración atractiva y un documento histórico de valor incalculable. Basado en las notas que escribió el padre de Ursula, nos acerca a una civilización extinta, a una forma de pensar, vivir y soñar que ya no existe, la del pueblo Yahi.
Alicia Pérez Gil
He leído poquísimo este año. Me había planteado el reto de un libro a la semana, pero no ha sido posible. La pandemia maldita no me ha afectado en nada más que en esto: el vapuleo inmisericorde a mi hábito lector. Mi ritmo de trabajo se ha mantenido, no me he divorciado y mis relaciones se han fortalecido, pero los libros… ¡Ay, los libros!
No obstante, la mayoría de las treinta lecturas de 2020 han sido estupendas, así que escoger solo tres es difícil. Imagino que esperaréis que recomiende Agujeros de Sol y Del naranja al azul, pero no lo haré. Y no porque no sean obras estupendas, que lo son, sino porque he disfrutado incluso más estas otras tres maravillas:
Que Daniel Pérez navarro es uno de mis autores favoritos no es ningún secreto. Cada una de sus obras me parece estremecedora por unos motivos o por otros. Consigue envolverme con una prosa que se parece más a un lecho de espinas que a una manta calentita y salgo de cada una de las lecturas un poco más fuerte, un poco más segura acerca de lo que quiero hacer. Me pasó con Mobymellville, con Marylin Monster, con Fafner y, por supuesto, con Ritos Salvajes (Editorial El Transbordador). Pérez Navarro no es un autor para todo el mundo. Aunque quizá diga esto para sentirme especial. ¿Por qué ha sido una de las mejores lecturas del año? Por su dureza, por lo que el libro tiene de despiadado, por lo metalilterario, por los monstruos, por la intertextualidad… Poned un Pérez Navarro en vuestras estanterías.
Las niñas salvajes (Editorial virus) también fue lectura prepandemia y también fue despiadada y precisa. La prosa de Le Guin tampoco es complaciente en este relato, ni la historia que cuenta es fácil de digerir. Me gustó mucho la relación de Le Guin con lo sobrenatural en esta obra. La falta de piedad de esta autora es completamente diferente a la de Pérez Navarro, por cierto. Donde él es cruel por elección, ella lo es por fidelidad. ¿Por qué Las niñas salvajes ha sido una de mis mejores lecturas de 2020? Por su complejidad, por su sencillez, por la belleza de un texto que no se ha perdido en la traducción de Arrate Hidalgo, y por la emoción.
La canción del cuco (Editorial Bambú) está en esta lista porque mi cabeza es caprichosa. No puntué este libro especialmente bien, recuerdo que me dejó fría cuando lo terminé, que me quedé pensando que le faltaba algo. Sin embargo, Frances Hardinge, su autora, ha conseguido algo poco habitual: que le siga dando vueltas después de varios meses. Se trata de una novela juvenil compleja, dolorosa, que toca temas escabrosos y difíciles y que lo hace con delicadeza y sin cargar las tintas. El componente fantástico es aterrador, pero digerible para los más peques (o para quienes están dejando de ser lo más peques) y la originalidad de las propuestas es notable. Así que recomiendo esta obra porque esconde más de lo que parece y eso siempre es de agradecer.
David Pierre (Dabug)
Barro (Tembikar #1), de Alicia Pérez Gil
Podría decirse que Alicia es para mí lo que Pérez Navarro es para ella. Ya lo dije en su día: Barro es el libro que más veces he leído en mi vida (con un poco de trampa, porque trabajamos en dos de sus tres ediciones con Tiburón Letra y Literup). Pero la primera vez que lo leí, que lo descubrí, solo puede compararse a la última. Esta vez, Barro se ha convertido en novela larga; ha digievolucionado, para que nos entendamos. Y trabajar en este proyecto y ver a personas que admiro y quiero tanto trabajando en un proyecto conjunto (Gemma, que ha ilustrado; el equipo de Literup y Alicia) está cerca de ser un sueño hecho realidad.
Tras esa montaña está la orilla, de Eva Cid y Agujeros de sol, de Nieves Mories
Si Barro cubría la parte de fantasía de este año tan raro, estas dos novelas cubren la de ciencia ficción y terror. Como mis compañeras ya han hablado de ellas y les hemos dedicado programas y reseñas, solo diré esto: LEEDLAS.
La metamorfosis, de Kafka
Este año intenté volver a leer algunos clásicos que leí hace como diez años. Con la Odisea me costó un poco más, pero volver a leer las desventuras de Gregorio Samsa siempre es un placer. Y me inspiró para escribir mi relato para la revista Literentropía sobre una joven que se convierte en cucaracha.
Pequeño catálogo de animales heridos, de Ana Elena Pena
Siempre recomiendo este librito de poesía. Porque es diferente, actual (y lo seguirá siendo durante muchos años) y porque me sorprendió mucho en su día. Igual fue la magia de encontrarme a su autora en una parada en mitad de Valencia y que me firmara el libro allí mismo. Igual es que añoramos estas cosas más que nunca, ahora que no las podemos tener.
Este año he leído por trabajo, por placer y por la maravillosa combinación de ambas que es Café Librería. Pero ha sido un año muy especial y variado en el que he leído bastante y en el que, sobre todo, he vuelto al cómic. Yo empecé en esto queriendo dibujar y escribir mis guiones de cómic y, aunque la parte gráfica todavía se me resiste, he vuelto a disfrutar de la lectura de cómics de todo tipo (y creo que esta costumbre se quedarán conmigo, al fin, para siempre).
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