Nos devoró la niebla, de Marina Tena

Sinopsis: Claudia ha vivido toda la vida en Fresneda, un pueblo donde a veces la gente desaparece, donde las leyendas son muy reales y donde nadie habla de la maldición en la que están atrapados. Esa maldición le pesa con más fuerza a Claudia, la única superviviente del grupo de veinticinco niños que salieron de excursión y se desvanecieron. No solo perdió a sus compañeros, también a su hermana gemela, que viajaba en ese autobús. Pero, si realmente desapareció, ¿por qué la sigue sintiendo?

El gris opresivo y monótono de los días se rompe cuando llega al pueblo una familia nueva con una chica de la edad de Claudia, de sonrisa tan afilada como sus palabras. Conocerla le obligará a conocerse, y a responder a muchas preguntas que nunca se había querido plantear.

Reseña: Siempre es un placer leer a Marina Tena, y tenía mucha curiosidad por Nos devoró la niebla, publicada por Insólita editorial. En esta ocasión, la autora nos presenta un retelling de El flautista de Hamelin pero añadiendo un toque extra de terror, como bien sabe hacer.

La protagonista es Claudia, una adolescente que por haberse perdido la excursión escolar, sobrevivió a un extraño accidente en el que fallecieron 25 niños del pueblo. Y si hablamos de Fresneda, un pequeño pueblo de la montaña, la tragedia aumenta exponencialmente. Hablar de Fresneda es enfrentarnos al retrato de la España vaciada, en la que no hay futuro más allá de esos bosques sombríos en los que además mora la leyenda de El Silbador, un espíritu atormentado al que se responsabiliza también de la desaparición de los niños del autobús.

Claudia además perdió a su hermana gemela en el accidente. La conexión entre hermanos gemelos y la capacidad de comunicación entre ellos es uno de los puntos fuertes que se desarrollan como elemento de terror en la obra, ya que tras el fallecimiento Claudia seguirá soñando con su hermana como si la llamase a su lado constantemente, creando una sensación de opresión que se mantiene constante durante toda la novela. Además sus padres (y el resto del pueblo) prácticamente evitan a Claudia, como si haber sobrevivido fuera un símbolo de mal fario.

El punto de inflexión lo ocasina la mudanza de una familia a Fresneda: Sara, junto a su madre y sus hermanos, será el golpe de realidad que Claudia necesita para abrirse a desconocidos y asumir que la vida de estos últimos años no ha sido tal; Sara es divertida, impetuosa y respeta a Claudia, incluso cuando le hable de los cuentos tradicionales del pueblo.

En cuanto a los aspectos negativos, la primera parte se me ha hecho algo repetitiva, sintiendo que le costaba avanzar con la trama principal a costa de la construcción del personaje de Claudia y del desarrollo de los secundarios, como su familia o Sara y su familia. Lo bueno es que la prosa de Marina siempre es ágil y eso favorece la lectura. En cuanto la historia coge fuerza, ya no la puedes soltar. Quizás el final queda algo abrupto para mi gusto, pero es una cuestión personal sobre la resolución de los misterios de Fresneda.

En resumen, una obra interesante, que deja momentos para el recuerdo (no querréis ir al bosque cuando hay niebla) y una visión fascinante de cuento de El flautista de Hamelin.


  • Editorial: Insolita
  • Publicación: Abril 22
  • Páginas: 256
  • Valoración: Café con leche con dos azucarillos y espuma de niebla del bosque
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