Obscura: diez relatos, de varios autores

La verdad es que no sé por qué nos empeñamos en hacer reseñas de antologías. Creo que en todas las que he leído sale aquello de: «Pues en general bien (o mal, o regular) pero hay relatos que me gustan más que otros». Por supuesto, esto también se aplica a Obscura, este volumen compuesto por cinco relatos de terror escritos por mujeres y otros cinco escritos por hombres.

Como no me gusta andarme con medias tintas, lo diré ya de inicio: he disfrutado mucho más con los de ellas que con los de ellos. Y podríamos argumentar que esto no es una competición, pero ¿de verdad no lo es?

En cualquier caso, procedo a hacer lo que me gustaría que todas las reseñas de antologías hicieran: comentar cada uno de los relatos por separado.


Obscura


Los 1000 libros que hay que leer después de morir, de Sofía Rhei


Había escuchado las voces, los lamentos y las propuestas de los grandes hombres y alguna que otra señora, y eso le hacía sentir que no había desperdiciado su existencia.


Un hombre completa una colección de clásicos que hay que leer antes de morir. Y resulta que no puede morir hasta que los lee. Pero eso es solo el comienzo. Una vez muerto, entra en juego el título del relato.

Un relato cargado de ironía y con una retranca gallega que no esperaba. He leído poco a Rhei. Apenas su novela corta Domori y un relato publicado en la antología de ciencia ficción Las otras, titulado «La pregunta de todos los días»Me ha parecido que este tenía algo que ver con aquel. Sospecho que la relación de Rhei con la escritura y con la lectura es profunda y compleja, y que eso no le impide ver las cosas tan sórdidas y vulgares como a veces son.


Leer había sido sorprendentemente similar a no leer.


El tono costumbrista y un poco borgiano de este relato, el primero de la colección, invita a seguir leyendo. Por la pausa con la que se plantea, que sirve también como introducción al mundo de oscuridad en el que nos adentramos con cada una de las obras.

Un cuatro sobre cinco para un relato ligero que te golpea en el clasismo y en la fatuidad a poco que abras los ojos. (Que en mi caso no debe de ser mucho. ¿Habéis visto la frasecita que me acabo de marcar? Para matarme).


Margot, de Malenka Ramos


Algunos de los niños más mayores comentaban entra susurros —pues los adultos nos tenían terminantemente prohibido hablar del tema— que había visto a la niñera nadando bajo la luz de la luna con los ojos muy abiertos y su sonrisa de payaso hasta las orejas.


Una extraña cuidadora muere ahogada en un campamento de verano y los niños que la vieron morir crecen acosados por su espíritu. O al menos eso es lo que parece.

Ramos no ha colocado ni una coma fuera de su sitio, no ha usado una palabra de más ni una de menos. Cada pieza de este puzle se encuentra en su ubicación precisa. Sin embargo, confieso que el relato me ha dejado fría. Contiene todos los elementos que le pido a un relato de terror, pero creo que el punto de vista que escoge la autora no le hace ningún favor.

Lo mejor es la combinación de slasher ochentero y gothic tale. Algo que no se ve a menudo y que como premisa formal llama la atención. Sin embargo, el relato se me ha hecho demasiado largo para una historia que no daba tanto de sí.

Muy recomendable para estudiar el estilo pulcro y actual de Ramos, pero no tanto si quieres pasar un rato de lectura ligera. La palabra que lo describe es «denso».

Un tres sobre cinco (sin vacuidad ni nada, no nos pasemos).


Espejismo, de Rodolfo Martínez


Recordó la historia del desierto, de una planicie en apariencia interminable al sur de la ciudad, más allá de los montes. Un lugar al que uno solo podía llegar por equivocación y salir sin proponérselo. Tonterías. Cuentos de viejas.


Un hombre se pierde mientras conduce y amanece en un hotel del que no puede salir.

La tensión del relato está bien construida, el personaje es mucho más listo y cabal que los de películas de terror que funcionan con la misma premisa y esto es muy de agradecer. De hecho, creo que las idas y venidas mentales de este  hombre son lo mejor del relato. El pobre aparece sin comerlo ni beberlo en un entorno que no tiene pies ni cabeza pero trata de aplicar la lógica a su situación. Por supuesto, todo sale mal.

Tengo sobre todo dos pegas que hacerle al relato. La primera es de estilo: sobreabundancia de «casi». En las notas escribí: «Echo de menos un poco de decisión, señor Martínez». De verdad que tanto «casi» me sacaba de la lectura.

La otra pega tiene que ver con el uso de la mujer como gancho sexual del protagonista. Me recuerdo pensando si no podía haber cumplido la misma misión con alguna obsesión un poco menos manida y menos ofensiva. Puesto que casi todos los personajes son masculinos, desde el protagonista al director del hotel, el misterioso desconocido, etc ¿por qué no prescindir de la mujer neumática vestida de rojo?

Tres sobre cinco para un relato que ha llegado para solucionar los problemas de incoherencia de todos los personajes que, como Julio Alcántara, se las han visto con escenarios extraños.


El faro, de Cristina Carro

Tres historias se trenzan alrededor de las construcciones que unas personas realizan sobre la apariencia de otras y que se desmoronan como castillos de naipes cuando la verdadera personalidad de aquellos a quienes idealizamos sale a la luz.


—¿Qué haces ahí parada, Ana?
—Miro las grietas.
Su madre había sacudido la cabeza con una sonrisa resignada.
Son como las de mi cabeza.


Este relato ha sido mi primer contacto con Carro y no será el último. Escrito con un estilo pulcro, preciso, carente de artificios y muy eficaz, el fondo de su historia no tiene nada que envidiarle a la forma.

Tres historias escalofriantes. Desde la de la madre que ha vivido siempre en una burbuja que se da cuenta de que el mundo no es lo que ella creía hasta la adolescente que creía estar enamorada de alguien que no existía más que en su imaginación.

Si tuviera que dar un solo motivo para leer Obscura, sería este relato.

Cinco sobre cinco.


Limítrofes, de Cristina Jurado


En realidad, los superhéroes están estrechamente ligados a la muerte, que es una actividad muy lucrativa y que la mayoría de las personas sueñan con vencer.


Un grupo de superhéroes en el que la dependencia del grupo toma una forma oscura y la organización que los gestiona y manipula es más oscura todavía.

El elenco de personajes de este relato, que al principio puede parecer un poco abrumador, pues se mencionan muchos nombres en muy poco espacio, es maravilloso. Cada uno habla con su propia voz, cada uno posee sus angustias propias y entre todos forman un conjunto en el que las sinergias y su núcleo central son el eje de la obra en sí.

Me fascina como Jurado puede decir «yo solo quería escribir un relato de superhéroes» pero en realidad te planta ante las narices una cosa muy distinta, mucho más bonita, más penosa y más madura. Si Alan Moore lo hubiera leído, diría que le habría gustado escribirlo a él.

Destaca la prosa pausada, morosa, que se arrastra hasta el final con una lentitud un poco desesperante y que al final se revela necesaria. Una delicia para disfrutar con el ritmo que marca la propia autora; es decir, despacio.

Cinco sobre cinco.


Obscura, de Eduardo Vaquerizo

La vida cuadriculada de Mario se vuelve del revés cuando descubre lo que parece un ídolo de yeso en un hueco tras su armario.


Frenó. La anciana frenó y vi la decepción cruzar las facciones de mi hija, la misma que lloraba durante una semana si encontrábamos un pájaro muerto en el jardín.


Reconozco que este es uno de los relatos que menos he disfrutado. Quizá por encontrarlo demasiado cercano a alguno de los textos de Clive Barker. Lo he encontrado previsible y confuso.

En cualquier caso, es un buen relato, solvente.

Tres sobre cinco.


El huevo, de David Jasso

Un niño le tira un huevo a un transeúnte desde el balcón, el transeúnte no lo deja correr y las cosas se complican.


Cariño —canturreé—. Ya estoy en caaasa.


Este es, desde mi punto de vista, el relato menos redondo de la antología. Por varios motivos, pero sobre todo porque, honestamente, la historia no daba para tantas palabras. El suspense y la tensión se pierden casi al empezar y Jasso utiliza el manido recurso de asustarnos con predicciones de futuro que me han sacado de la lectura cada vez.

La prosa es fluida, eso sí. Oficio hay, pero en esta ocasión no suple los defectos que yo he visto en la historia.

Dos sobre cinco.


Tsirah, de Nieves Mories

Rita encuentra unas notas manuscritas en un bar. Hablan de dolor, de pérdida. Esas notas le cambian la forma de ser, las prioridades y la vida.


Y, sin embargo, allí estaba, diez minutos antes de que abrieran, en la puerta. Impaciente porque tardaron tres minutos más de la cuenta en descorrer el cerrojo.


Que este relato es una maravilla  lo he dicho por activa y por pasiva allá donde han querido oírme.

Mories aborda la manipulación y sus efectos desde un prisma nuevo y ¿refrescante? No, refrescante no es. Pero nuevo, diferente, sí. Todo es pegajoso en la vida de una protagonista con alguna que otra fobia.

Mención especial a las notas de las que nace la historia: perfectas, como sacadas de una novela romántica tóxica de los tempranos años ochenta. Segunda mención especial a la escena de sexo, corta pero suficiente y muy intensa.

Lo mejor de Tsirah es el proceso de cambio de la protagonista, cómo es muy sutil al principio y en el momento en que da el salto, en el que el relato y su personaje principal ya no forman parte de lo que veníamos leyendo, ni siquiera levantamos una ceja como lectoras. No hay espacio para la sorpresa (aunque el giro final sea sorprendente) porque su lugar lo ocupa el horror.

Muy bien, Mories, sin aspavientos y sin grandes efectos especiales.

Cinco sobre cinco.


La penúltima, de Jesús Cañadas

Dos antiguos compañeros de colegio se toman unas cervezas, hablan de los viejos tiempos y no tienen más remedio que enfrentarse a quienes fueron.


¿Cómo que y qué? Y nada, macho. Se llevó la camisa. Si no recuerdo mal, no me la devolvió, el cabrón.

Sí, al día siguiente fue lo del fusilamiento.


Este es el único relato masculino con un cinco en la escala de Alicia para Obscura.

Es impecable, trepidante, está bien escrito, el tema es de soberana actualidad, pero no está tratado como si fuera de moda, la atmósfera logradísima consigue que se te atore la saliva en la garganta y no te quitas la sensación de que algo malo va a suceder desde el segundo párrafo.

Tampoco había leído nada de Cañadas antes, pero no será esto lo último.

Cinco sobre cinco.


Goliat, de Carlos Sisí

Se descubre lo que podría ser una nave extraterrestre en el subsuelo, bajo una gran plataforma petrolífera. La compañía que la explota decide ocultarlo. Sale mal.


«YO ENCONTRÉ A LOS PUÑETEROS MARCIANOS».


Si hay alguien que escriba tan bien que leerlo es como beber agua después de caminar unas pocas horas por el desierto, es Carlos Sisí. Lo que no quita que este relato no sea de terror, ni se acerque remotamente al género.

Dicho lo cual y a riesgo de repetirme: se lee con placer, pero la sensación de decepción al final, porque una está leyendo una antología de terror, pues le quita muchos puntos.

Tres sobre cinco


·Lanzamiento: marzo de 2020
·Editorial: Obscura
·Páginas: 346
·Valoración: Capuchino
·Cómprala aquí

Un comentario Agrega el tuyo

  1. Silvia dice:

    Gracias por tu aportación. Feliz semana.

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