Ojalá tú nunca, de Javier Miró

Sinopsis: No hay (ahora os cuento).

Reseña: Le tenía muchas ganas a este título. Porque es de Javier Miró y porque fue de esos títulos que la pandemia obligó a aplazar, y al final ha llegado en formato digital, en Insólita. Y por eso mismo, porque es Insólita, una de esas editoriales que cuida cada uno de sus títulos.

Ojalá tu nunca

Me propongo hacer una reseña sin spoilers de una novela de 140 páginas, donde contar cualquier detalle de la trama o la estructura es un spoiler… A ver si lo consigo, ya me decís en los comentarios. Primero, una petición: si no sabéis nada de Ojalá tú nunca, no leas nada, ni reseñas, menos la sinopsis que te ofrece la editorial (si insistes, aquí la tienes, yo no lo haría). 

¿De qué va?

No recuerdo si fue Elia Barceló quien lo dijo, o Rosa Montero. Una lo afirmó y la otra lo refrendó; fue en el Celsius de 2019. Ella decía que los autores siempre escribimos sobre lo mismo. (A partir de aquí no sé si yo añado cosas desde mi imaginación). Escribimos una y otra vez la misma historia. Puede que lo hagamos con otros nombres, con otros personajes, en otros lugares y otros géneros. Puede que no todos los autores, pero puede que sí sea que lo haga(mos) quienes escribimos con cierta intensidad, metiendo una parte de nuestro yo en nuestras obras. Creo que Javier Miró es de esos, porqué Javier escribe con alma.

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Elia Barceló y Javier Miró en el Celsius 2019.

Llevo días dando vueltas a cómo explicarlo: el yo sobreviviendo en un mundo opresivo en transformación (a algo peor). ¿Os encaja? Yo, en Rebelión 20.06.19, y en un relato inédito que Javier me dejó leer, veo eso. (Me falta La Armadura de la Luz, que parece que no va por aquí.)

Miró sabe cómo tratar la individualidad frente al grupo, los sentimientos profundos de los personajes en relación con su entorno. Me gustan sus personajes aunque me son lejanos, porque los entiendo: aunque puedan generarme rechazo, los entiendo y comparto su sufrimiento. Y eso no es fácil, porque Javier no tiene piedad con ellos, ni en lo que les hace pasar, ni en cómo nos los presenta.

Un mundo opresivo

Creo que a Javier le ponen las distopías. Le gusta cargarse Madrid (luego dice que ama la ciudad) y esa proximidad con el escenario hace más reales sus historias: son escenarios conocidos, que aumentan el efecto del miedo detrás de la oreja que son las distopías. En este caso es un Madrid distinto al de Rebelión, otro tiempo, otros opresores, otro riesgo. No viviríamos por nada en ninguno de ellos. (Preferís, de lejos, el Madrid actual, a pesar del virus y sus mandatarios).

Para la transformación, Javier usa diversos recursos. No voy a ir más allá porque os caería un spoiler. Lo podemos hablar en privado.

¿Cómo nos lo cuenta?

Pues nos lo cuenta muy bien. La estructura será uno de los temazos de las reseñas, y es algo que veréis rápido. Yo soy FAN de las estructuras poco frecuentes (autocita Proyecto Marte); (autocita Un cálido escalofrío). Y la que hay tras esta novela me parece de admirar. Así que hablemos un poco de técnica literaria.

La estructura de Ojalá tú nunca plantea un reto creativo enorme para mantener la atención y el interés del lector. Hay que tener muy claro dónde quieres ir y muy pautados los puntos álgidos de la trama para saber cómo ir transmitiendo la información e ir componiendo los giros. Y, más allá, ir abriendo la historia para que sea comprensible desde el inicio, sin caer en un infodumping y consiguiendo que el lector sepa siempre dónde está.

Lo fácil seria creer que eso se consigue escribiendo la historia en orden y luego… (no lo digo para no contaros nada, recordad). Pero no, eso no funciona. Javier tiene una entrevista, en unos meses, destripando la novela, para saber cómo lo hizo. (Miró, quedas emplazado a ello).

En ese sentido, y aunque no tenga nada que ver, Ojalá tú nunca me ha hecho pensar en el Bionautas de Cristina Jurado: otro alarde de técnica creativa. Ambas obras deberían ser lectura obligatoria para los que nos dedicamos a escribir: dos ejemplos cercanos de como la técnica se pone al servicio de nuestras historias. Novelas que reafirman esa máxima de que lo importante no es lo que contamos, sino cómo lo contamos.

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Javier Miró, foto de Julia Schell

¿Qué más hay en Ojalá tú nunca?

Me permito una última referencia a otro autor: David B. Gil. Creo que es conocido mi amor hacia el autor de maravillas como El guerrero a la sombra del cerezo u Ocho millones de dioses. David es el rey de la obsesión por cada detalle perfectamente integrado en sus novelas. Si tenéis la oportunidad, escuchad a Gil hablando de cómo se documenta y cómo traslada esa información a sus textos. Pues bien, esa adorable obsesión por el detalle aparece también en Ojalá tú nunca. En cada detalle, televisión y coche, en cada nombre y cargo. En ese sentido, estamos ante una novela exigente con quien la lee: nos pide atención, nos pide leerla del tirón, o en un par de días. Y no, no es que nos sobrecargue de información que no podemos metabolizar o de demasiados personajes. La novela nos ofrece una mezcla de fluidez en la trama, mezclada con un embotamiento mental, que se adecua a lo que ocurre y al personaje protagonista.

Va más allá, concibe un mundo. En esto espero extenderme en una contrarreseña en unos meses. Porque cada uno de los conceptos que hay en la novela se merece una reflexión: la familia, el otro, la verdad…

Una recomendación recomendada

Todo tenemos esa persona que nos dice “ah, ¿pero lees fantasía? No me gustan los dragones, es que no me lo creo” o “ah, ¿pero lees ciencia ficción? No me gustan los robots, es que no me lo creo”. Pues, a esa gente, regaladles Ojalá tú nunca y no les digáis nada. Es una novela de género, sin dudarlo, pero es también un thriller trepidante, puede que, de alguna manera, una novela histórica… Y me callo, que se me escapan los spoilers por los costados.

Leed a Javier Miró, leed Ojalá tú nunca.

Editorial: Insólita
Lanzamiento: octubre de 2020
Páginas: 140
Valoración: Capuchino
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